Investigadores de la Universidad de Reading utilizan neuronas de rata (unas 300.000) que viven felices en un pequeño frasco que contiene nutrientes y antibióticos y que está alojado en el interior de un robotito con ruedas.
Esas neuronas han creado (y siguen creando) sinapsis entre sí, lo que provoca micro-descargas eléctricas que los investigadores intentan domesticar. Los sensores del robot alimentan este mini-cerebro mediante descargas transmitidas por unos circuitos electrónicos y utilizan la respuesta neuronal para guiar al propio robot.
El campo de pruebas es un corralillo con paredes de madera por donde el robot campa a sus anchas. Al parecer, en el 80 por ciento de las veces el robot consigue no estamparse contra una pared.
Via: Danger Room
Esas neuronas han creado (y siguen creando) sinapsis entre sí, lo que provoca micro-descargas eléctricas que los investigadores intentan domesticar. Los sensores del robot alimentan este mini-cerebro mediante descargas transmitidas por unos circuitos electrónicos y utilizan la respuesta neuronal para guiar al propio robot.
El campo de pruebas es un corralillo con paredes de madera por donde el robot campa a sus anchas. Al parecer, en el 80 por ciento de las veces el robot consigue no estamparse contra una pared.
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